viernes, 14 de enero de 2011

Yo no me doy por vencido

y quiero un mundo contigo.

Aún no sé como explicar esto, pero finalmente he llegado a la conclusión de que no puedo evitar sentirme tan ligado a ella, que no puedo vivir sin ella. Todos estos días, he tratado de olvidarla, de apartarla de mi mente, pero es inútil, no puedo.

Es lo primero en que pienso al levantarme. Y me hace sentirme mal, al sentir el calor de la persona que duerme a mi lado, y yo pensando en ella.

Y es lo último en que pienso al acostarme. Y me hace sentirme mal, al arropar a los que son lo más importante de mi vida, y yo pensando en ella.

Y aunque sé que no tengo posibilidades, y que no tiene sentido, no puedo olvidarla, no quiero olvidarla, no me voy a dar por vencido.

Y ya son casi tres años los que llevo enamorado de ella. Y el último ha sido el mejor, o el más loco de los años de mi vida. Desde aquel día, mi vida ha sido un continuo revuelo, un sinsentido, una sucesión de locuras, algunas inconfesables, otras inocentes.

¿Qué sentido tiene enamorarse ahora como si fuera un colegial? He sentido estos últimos meses cosas que no sentía desde que estaba en el instituto de cucumberland. No tiene sentido hacer cosas a los 40 y tantos como si tuviera 15 años. Se supone que uno ya está curado de estas cosas, la experiencia debería servirte.

Pero no ... llegó ella y todo mi mundo se puso patas arriba. Lo que antes era normal se volvió excepcional y volví a oír esas campanas, a sentir esas mariposas. Las horas se volvieron extraordinariamente pesadas sin ella y los momentos previos a los posibles encuentros, turbadores, inquietantes.

Y esta semana, tras tanto tiempo sin tenerla cerca, la vuelta al trabajo me la ha traído de nuevo. Mis viajes han vuelto a ser el momento de verla. Y viajar ha sido otra vez el mejor momento del día. El momento de prepararse, del temblor de piernas, del mareo, del vértigo.

La conclusión, no me quiero rendir. No puedo vivir sin ti. Y si aún queda alguna posibilidad de ser algo tuyo, de ser alguien para ti, necesito apurar mis opciones, y pedir fuerzas a los cielos para que me ayuden en mis hasta ahora vanos intentos por conquistarte. Y a los infiernos, que me perdonen lo que hago, sin pensar en lo que debería o no debería hacer.

Porque este es un amor prohibido y secreto. Y así lo he vivido hasta ahora.

Pero ahora necesito gritarlo, hablarlo, necesito contarte todas mis historias, todas mis locuras. Este amor necesita ser vivido y tener un campo de flores donde reposar y un mar de besos donde flotar.

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